Un abogado, su esposa, y su aventura dentro del mundo del narcotráfico: The Counselor.
El protagonista vive en su propio mundo, como todos nosotros. La película, lo primero que retrata, es esa costumbre humana de fabricarse su propio territorio, y pasar de soslayo por todos los demás. La idea de que si no nos salimos de nuestro reino, todo está controlado, seguro, confortable, calculado. Conocemos las reglas, los límites, las fronteras, sabemos cómo movernos. Y para evitar el tedio, de vez en cuando incursionamos en territorios ajenos, pero solo unos momentos. Y a eso le llamamos vacaciones o fin de semana de locura.
Eso es lo segundo que retrata esta película: una incursión en territorio ajeno, solo que no de vacaciones, sino en un negocio ilegal traficando drogas desde Colombia hasta Estados Unidos. Nuestro abogado, interpretado por el muy respetable actor Michael Fassbender, se aventura en otro mundo casi como jugando, aunque apremiado por problemas económicos. Realmente se cree seguro en su mundo, y por momentos intocable, ajeno a otras realidades en las que está a punto de entrometerse fatalmente.
Había olvidado, lo confieso, que la película era dirigida por Ridley Scott, y cuando lo vi en los títulos al comienzo del film me llené de regocijo y me ajusté el cinturón.
No se ajusten ningún cinturón. El maestro de la acción, las persecuciones, los thrillers, que nos llena la pantalla de balaceras, héroes casi griegos y… en fin. Nada de eso. Poco y nada de balas o persecuciones, hay más muerte que acción, y mucho, mucho diálogo.
Eso hace que la película se vuelva un poco pesada, aunque es absolutamente necesaria cada palabra que los personajes dicen, por momentos filosofan en exceso sobre lo que hablaba al principio: los distintos mundos que coexisten y la forma de abordarlos.
Creo que se ha retratado mucho mejor, de forma más sencilla y en una sola escena, ese tipo de cosas que en esta película se arrastran durante toda la trama: la idea de que uno va al supermercado de compras y vuelve a su casa, luego de trabajar o estudiar, y listo, ese fue su mundo y su día, mientras a pocos metros sucede un secuestro, un asalto, un asesinato, y si no sale en las noticias lo ignoraremos por completo, a no ser que seamos víctimas, o pretendamos entrar en ese mundo ignorando la ley. Creo que el punto flaco está en la desbordante profundidad que se le da a temáticas que sí, son profundas, pero el cine tiene tiempos que esta película parece ignorar, usando (solo por momentos) ritmos que son más dignos de una obra literaria que cinematográfica.
Las actuaciones son formidables, todos y cada uno de los artistas hacen lo suyo y muy bien: Javier Bardem; el ya mencionado Fassbender; Brad Pitt; Penélope Cruz (la más floja del elenco, pero su papel es, hay que reconocerlo, el más ingenuo de todos); y una asombrosa Cameron Díaz que no pretende ser la veinteañera que ya no es. Un papel que le calza justo, de una mujer madura pero aun activa (muy activa), con mucha experiencia a cuestas y con una astucia letal. Tiene escenas maravillosas tanto encima de un Ferrari como dentro de un confesionario; tal vez sea (a mí que me encanta exagerar) la mejor interpretación de su carrera.
Hay pequeñas participaciones de Ruben Blades y de un maravilloso Bruno Ganz (al final y al principio de la historia respectivamente), que son realmente disfrutables (y una fugaz Natalie Dormer también cerca del final de la trama). Es decir: tanto el elenco primario como el secundario dan su máximo.
En resumen es una buena película para ver en casa un domingo lluvioso, donde podremos retroceder el film para repasar los filosóficos diálogos y monólogos sobre la avaricia, la incertidumbre, la resignación y la culpa, por tocar algunos temas que los personajes manejan en sus alocuciones.
Le daría más puntuación si el director no fuese Ridley Scott, pero a él siempre se le exige, y puede rendir más.
Puntuación: 6/10
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