Una casa, una familia, actividad paranormal, basada en hechos reales. Ese es el paquete que ofrece la trama de "El Conjuro" (The Conjuring), donde la casa está lejos de la ciudad, donde la familia tiene hijas de diversas edades, donde la actividad paranormal va creciendo a medida que avanza la trama de forma que si el espectador se deja llevar por lo que se nos ofrece desde la pantalla, al final del film uno siente que acaba de jugar un partido de fútbol o recién terminó de correr una maratón.
No vamos a discutir el hecho de que se base en una historia verídica. El espectador tiene el deber, la obligación, de hacer el pacto ficcional con la obra, y aceptar a priori que lo que se nos ofrece realmente está sucediendo al menos mientras la obra dure. De lo contrario nunca disfrutaríamos de "Avatar" porque no existen las personas azules gigantes o de "The Avengers" porque nadie se pone verde cuando se enoja, no se puede crear una armadura como la de Stark, el Capitán América no es humanamente posible y Thor no tiene nada que hacer lejos de la cultura nórdica. El cine es arte, también entretenimiento, y (de no ser un documental) ficción.
En este marco, al sentarse a ver "The Conjuring" uno debe creer en fantasmas al menos unos momentos. Porque tenemos un inconveniente: ninguno de los protagonistas de esta película es escéptico, salvo un policía que de no estar en el elenco nadie notaría su ausencia. No hay un personaje que represente al que no cree, en ningún momento se pone en duda lo que está sucediendo, no más allá de lo humanamente cotidiano. Es decir: una puerta que se cierra pudo ser el viento; cuando los objetos flotan frente a ti, no.
El matrimonio Warren existió, y fue la pareja que investigó este caso. La familia Perron también fueron personas reales y en el guion son quienes padecen la trama desde el principio. La película narra la historia desde el punto de vista de la familia, quienes recién se mudan a su casa nueva, y luego ese punto focal se corre casi sin que lo notemos hacia el matrimonio Warren. La interpretación tanto de Vera Farniga (Lorraine Warren) como de Patrick Wilson (Ed Warren) son excepcionales, muy destacadas realmente y en el caso de Vera Farniga creo firmemente que está dentro de sus mejores labores actorales con este papel.
La película está muy bien lograda, y mis argumentos al respecto son los siguientes:
Clásicos del género ("El Exorcista" por ejemplo) nos mostraban como todo puede moverse desde lo cotidiano hacia lo paranormal, y el espectador hacía el viaje junto con los protagonistas, directamente por ese territorio incierto que lo atrapaba. "The Conjuring" hace lo mismo. Uno acompaña a la familia Perron en su casa viviendo en el año 1971, y en el momento en que las cosas se ponen feas, acuden a los Warren. Cuando los investigadores llegan, nosotros como espectadores estamos metidos en la trama casi hasta el cuello.
Maneja muy bien la curva que va desde el cero absoluto, en la que uno come pop y espera a que las cosas pasen, hasta el pico más alto de tensión en el que uno salta de la butaca y derrama el pop sobre alguien, quizá con algún grito incluido. Comienza con sospechas, mostrando sin mostrar, respetando lo que el gran maestro del terror (quien vivió en el mismo Estado de Rhode Island donde acontecen los hechos de este largometraje) H.P. Lovecraft decía: nunca mostrar al monstruo completo, para que quien lo percibe se imagine el resto. Hay que sugerir, en el terror la imaginación del espectador siempre es peor de lo que tú puedas mostrar. Algo que Ridley Scott tomó y usó muy bien en Alien: el octavo pasajero.
Luego abandona esa idea y nos da de frente, cuando menos lo esperamos, contra algún fantasma, monstruo, demonio o lo que sea que nos haga infartar un par de veces.
Pero aquí llegamos a los puntos flacos de "The Conjuring": el clímax, la cumbre de la curva, el pico máximo de tensión, no llega en los momentos finales, sino bastante antes, y el director James Wan intenta mantenernos en esa cima llena de nerviosismo hasta el final de la película, y no lo logra. Manejó muy bien el paulatino pasaje de la calma a la tormenta, pero ya en la tormenta no sostiene el ritmo de forma regular. Lo bueno es que la película nos sorprende durante una hora y media. Pero dura 112 minutos, así que los últimos 22 minutos tambalean entre la sorpresa y más de lo mismo, entre sugerir al monstruo (fantasmas, demonios) y mostrarlos explícitamente. En esos veinte minutos finales, a la película parecen sobrarle algunas escenas que no aportan nada, algo que de todas formas es solo una pequeña mancha en un film que, insisto, es muy bueno.
Como detalles técnicos a destacar: ningún efecto se ve falso, la credibilidad de la obra se mantiene firme todo el tiempo. Hay escenas con cámara en mano que ayudan a crear tensión. Los personajes hacen muchas referencias a aspectos que nosotros como espectadores no podemos notar, nos informan de lo que huelen, de lo que escuchan (hay personajes que ven y escuchan cosas que otros no, y el espectador a veces ve y oye con ellos, y otras no). La banda sonora es muy buena sin destacar en lo más mínimo, ya que usa música de la época para distender, mientras que la música compuesta por Joseph Bishara para este film recuerda a los clásicos del género de la misma década en la que transcurre la historia. El aspecto musical es casi un personaje más.
No es una película llena de violencia al estilo "Saw" (cuya primera parte fue dirigida también por Wan), pero tampoco es un largometraje solo de suspenso. Esto es terror, aquí se salta de la butaca. Hasta el momento es una de las mejores ofertas del género que se nos brindó en el 2013, sino la mejor. Un guion simple pero sólido, y aunque no llegue a un diez, es digna de ver en el cine, de ser posible con compañía y lo más temprano posible. La película termina pero el miedo que contagia puede seguir un tiempo más acompañándote.
Puntuación: 7/10
Puntuación: 7/10
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